El comandante de la Galáctica representa en la serie al poder militar casi como su encarnación, siguiendo una tradición de militares devotos al deber, íntegros y estrictos, pero razonables, que seguramente tiene sus orígenes e influencias más notables en las obras de Heinlein. Pero el personaje no es un carácter plano a lo largo de la serie, sino que evoluciona notablemente, haciéndose cada vez más "humano", más cercano a las complejas necesidad de equilibrio entre fuerza, control y libertad necesarias para sobrevivir como especie. De hecho, tras rearmar a la Galactica (durante los acontecimientos narrados en el episodio piloto), su primera intención es entablar batalla con las fuerzas agresoras, muy superiores en número. Sólo tras una dura pugna con la presidenta en funciones asume que debe abandonar su primer deber de militar (repeler la agresión, aún sin existir posibilidad alguna de éxito), para asumir nuevas funciones de protector de los supervivientes, renunciando a la defensa de las colonias humanas, ya perdidas. Adama terminará formando una coalición oficiosa con Roslin, uniendo el poder militar con el político y acaparando casi el control total de la flota (de toda la raza humana superviviente, de hecho) en algo que no deja de ser una dictadura encubierta, impuesta por las circunstancias. Poco a poco va a ir asumiendo el rol de padre de los supervivientes, una especie de Moisés que cuida del pueblo en el éxodo y que le guía a la tierra prometida. En hebreo, "Adama" significa "tierra", lo que parece que no es una coincidencia dada su importancia en la búsqueda de la Tierra. Por otra parte, en numerosas ocasiones habla de la tripulación de su nave como de su familia, una proyección que no resulta nada desatinada considerando el hecho de que la mayoría de los tripulantes han perdido realmente a toda su familia biológica. Así, Adama es la encarnación de un concepto muy judeocristiano del padre protector, pero duro también, estricto aunque dispuesto a perdonar.
